Hace 10 años me amputaron la pierna. Hace casi 10 años pasé esta tormenta que fue la quimioterapia.
Me atacó un cáncer implacable: un osteosarcoma.
Simultáneamente a mi lucha contra la bestia, dos compañeros del trabajo luchaban hombro a hombro con la misma amenaza. Sus bestias no les dieron oportunidad, y eso que lucharon más, mejor y con un espíritu mil veces más valiente que el mío. Pero está claro que el cáncer no se lleva a quien se lo merece, ni deja a quien no. Es ciego y azota con furia a cualquiera. Por eso duele el doble cuando alguien que uno entiende que merecería un premio especial de parte del Cielo, recibe en cambio el arribo de este huracán.
Se que no merecía sobrevivir a mi tormenta, y sin embargo lo hice. Se que no he aprovechado todo este tiempo extra, toda esta sobrevida que he recibido sin merecerlo, pero heme aquí, diez ños después.
Agradezco a tantos que tanto me dieron durante ese tiempo. A Marcia le debo literalmente la vida. Fue compañera, amiga y maestra. Supo siempre estar ahí en el momento preciso. No dejó de luchar por mi, aun y cuando yo me despedí de la lucha (y del mundo). Aceptar que ya no está presente en mi vida, me ha costado más que aceptar la pérdida de mi pierna.
Hace unos días, con la celebración de los diez años de la amputación, escribí unas líneas que explican mejor mi situación actual. Puedes leerlas aquí.
Igualmente los invito a seguir mis publicaciones más recientes, en mi cuenta en Medium: https://medium.com/@rolocoto.
Un abrazo a todos.
Rolo
miércoles, 29 de agosto de 2018
viernes, 4 de diciembre de 2009
42. Sin excusas
Cuando una emergencia sobreviene, todos están al tanto, todos quieren ayudar, todos con ganas de salir en la foto... pero basta que pasen unas semanas, para que las excusas pasen por encima de las intenciones y de paso las entierren.
El tiempo degrada la voluntad. Las buenas intenciones no se traducen en acciones y se pierden en los devaneos de las mentes ociosas de quienes, sin disciplina y sin compromiso, anteponen la inmortalidad del cangrejo, a las necesidades y demandas de sus posiciones frente a la sociedad. Todos se rasgan las vestiduras por lo que han llorado y sufrido la tragedia ajena, pero solo los que viven en casuchas de madera, casi a la interperie, padeciendo vientos frìos y lluvias congelantes, saben lo que es pedir paciencia, cuando no se puede mantener ni el calor del cuerpo.
En enero de este año, todos presenciamos espantados el evento sísmico que desapareció a todo un pueblo: Cinchona. Meses después, el Gobierno seguía tratando de explicar, por qué aun, a pesar de todo el dinero donado por los mismos costarricenses, no ha podido brindar una solución válida a los damnificados. Excusas.
Yo he construído mis propias excusas.
Desde que me dieron la prótesis en julio, me atacó el miedo. Me dejé convencer por mis propios temores, de defraudarme a mi mismo y a los demás, de no poder caminar, de no satisfacer las expectativas de quienes tanto me han ayudado.
Claro, este tipo de razonamientos son irracionales, ridículos e insostenibles, pero así funcionan nuestros métodos de autodefensa mental.
Yo he sido experto en mi vida en convencerme de que no he hecho las cosas porque así tenía que ser. Y esta no fue la excepción.
Pero un día, llegó a mi esta foto, y sencillamente mi cerebro se quedó corto. No hay excusa que justifique la evidencia ante mis ojos.
Lo que veía era la imagen de un joven afgano, que perdió sus dos piernas por una mina antipersonal colocada por el ejército talibán, y sobre la que él pasó al huir de los enfrentamientos entre los terroristas y las "fuerzas de paz". El joven de atrás, sufrió algo parecido en un enfrentamiento que sucedió frente a su propia casa, que fue destruída por un misil de mortero.
Este joven estaba caminando, con un par de prótesis sin articulaciones, de tecnología limitadisima, pero no desmaya en su esfuerzo.
Yo en cambio, con una prótesis que costó casi 4 millones de colones, con la última tecnología disponible, una rodilla de titanio, cubiertas de fibra de carbono, un pie de carbono, en fin, lo mejor a mi disposición, comprada gracias al cariño de tanta gente, de familiares, de amigos, de gente que ni conozco... y sin embargo, a punta de basura mental, la tenía sosteniendo trapos en una esquina de mi cuarto.
Imperdonable.
Esta foto me regresó de golpe a la realidad.
En esos días tuve cita con la Fisiatra del Centro Nacional de Rehabilitación que me atiende, quien me prescribió dos semanas de terapia física, para empezar a usar la prótesis.
Volví a la realidad, lo cual no quiere decir que el miedo desapareciera por arte de magia. Lo cierto es que el primer día iba tan nervioso, que no sabía ni como ponerme en pie.
Pero la gente que trabaja en el CENARE es maravillosa. Y en esas dos semanas, un ángel llamado Natalia, me levantó de la silla y me puso a caminar.
Cuando al cuarto día buscó un bastón de cuatro puntos y me dijo: "ahora sí, sálgase de las barras y empiece a caminar con el bastón" ... creí que me orinaría del susto, o me destaparía la dentadura del golpe contra el piso... lo que pasara primero. Pero no, sucedió el milagro que ella sabía que pasaría y que mi mente se negaba a considerar como posible: empecé a caminar, fuera del espacio seguro de las barras, solo apoyado en un bastón. Al final de esas dos semanas ya me había puesto a subir y bajar gradas... fue impresionante.
Una semana más, otra cita con la fisiatra y nuevamente a la zona de milagros: me regalaron dos semanas más de terapia. Esta vez el ángel fue Adrián y con su ayuda hice todo lo que jamás creí posible. Caminé hasta veinte metros sin sentarme, subí y bajé escaleras de lado, para atrás, con solo un apoyo... subí y bajé rampas... en fin, fue impresionante.
Ahora ya utilizo el bastón en el Banco para ir casi a todas partes. Mi trabajo es muy sedentario, prácticamente todo el día estoy frente a la computadora, pero cuando tengo que ir al baño o a alguna reunión, uso el bastón. Y cada vez resisto mayores distancias.
Estoy tan feliz de poder caminar... esto verdaderamente es un milagro.
A ver si aprendo a dejar las excusas de lado. La vida necesita que caminemos y superemos el miedo.
viernes, 7 de agosto de 2009
41. Nueva Orleans no se reconstruyó en un año
Luego del paso del huracán Katrina, Nueva Orleans quedó devastada. Sus hermosas calles, sus casas de sueño, sus parques llenos de colores y de sonidos, sus bares cargados de sentimiento negro, de soul, de jazz y de blues, desaparecieron por la fuerza de dos elementos poderosos: el agua y el aire.
Un año después, aun contando con los recursos humanos y materiales de la potencia más grande del mundo, Nueva Orleans apenas asoma su cara de entre los escombros. La mayor parte de la ciudad aun no se reconstruía y apenas una pequeña proción se había limpiado de los destrozos por completo.
La gente recordaba el terror del huracán como si hubiese pasado sobre sus cabezas la noche anterior. Las imagenes aun vívidas en sus mentes, seguían acosándolos cada vez que pasaban por un lugar en donde "solía estar" algún sitio con valor para ellos, su casa, el bar al que asistían, la Iglesia que se llenaba de gospel los domingos...
Ayer se cumplió un año de mi operación para amputarme la pierna derecha.
Es increíble, pero ni siquiera lo recordaba. Sin embargo, cuando regresó a mi memora, lo hizo acompañado de los fantasmas que cruzaban mi cabeza entonces.
Hace un año, cuando ingresé al quirófano, para dejar ahí una parte de mi cuerpo, iba convencido de que no saldría de ahí. Tenía la fuerte sensación de que moriría. Y no me causaba ninguna ansiedad, me sentía tranquilo. Sabía que no había hecho todo lo que quería hacer en este ciclo vital, pero no me arrepentía de todo lo que si hice.
Cuando salí del quirófano, un poco atolondrado por la morfina, me di cuenta de que talvez morir hubiese sido muy fácil, sencillamente ya no tendría que preocuparme por nada. Vivir es lo difícil.
Aunque la pierna que me amputaron no me ha hecho falta, no la he extrañado (siempre la asocié con el cáncer y me alegró que me extirparan el cáncer de forma tan exitosa), de inmediato, al recuperar por completo la conciencia en el salón de ortopedia del Hospital México, me dio miedo vivir. Cuando me percaté del tamaño de la herida y de la posibilidad de que se infectara y que fuera a morir por eso... no soportaba que se me acercaran a la herida, me daba pánico.
Pero poco a poco, desenredé los hilos de la madeja mental y entendí que si estaba vivo, mi obligación conmigo mismo debía ser salir adelante y seguir con mi vida, en la medida de lo posible, como si nada hubiera pasado. Y afortunadamente así lo hice.
Obviamente esto no es tan sencillo como apretar el botón de "armémonos de valor" y ponerse a vivir, ha sido bien difícil y de no ser por el apoyo de mi familia y amigos, hubiera sido imposible. Porque incluso ahora, lo más práctico para mi sería compadecerme de que soy un lisiado impotente ante la apabullante vida, y echarme en un sillón hasta que se me carcoman los huesos de comején y me muera, pero eso no tiene sentido, no tiene sentido vivir sin vivir, vivir, abandonando todo por lo que vale la pena estar vivo.
Es por eso que en abril, cuando regresé a trabajar, fue uno de los momentos más felices de todo este proceso. Saber que volvía a ser yo mismo, que recuperaba algo de lo más valioso que tengo que es mi creación, mi trabajo, mi obra... y lo recuperaba prácticamente sin ningun menoscabo, fue y es maravilloso.
Hace unas semanas, en que empecé nuevamente a caminar, a poquitos, paso a paso, haciendo todo el ejercicio que no he hecho nunca en mi vida, para fortalecer músculos que nunca han trabajado en estos treinta y nueve otoños, pues ha sido difícil, pero de alguna forma muy satisfactorio.
La idea de tener la prótesis y no poder salir corriendo a pegar brincos por la calle, me fue difícil de superar. Entender que debo armarme de paciencia, no ha sido fácil de digerir, pero aquí vamos.
A un año de mi huracán, la vida ha sido generosa conmigo. Tengo y siento el amor de tanta gente a mi alrededor, como nunca antes. Mi vida está llena de momentos y cada momento me hace sentirme realizado y completo.
La prótesis ha sido un regalo divino, hecho posible gracias a tantas personas, a mi familia cercana, a mi familia menos cercana y a tantos amigos, que de verdad la valoro como uno de mis objetos más preciados, no solo porque me permite buscar nuevamente una libertad que no experimento desde hace más de un año, sino porque representa en su composición de materiales de última tecnología, el significado mismo del amor, y de la entrega desinteresada de otros para conmigo, que me dan una razón enorme para seguir dando cada día mi mejor esfuerzo.
A un año de mi amputación, puedo decir que soy feliz.
Un año después, aun contando con los recursos humanos y materiales de la potencia más grande del mundo, Nueva Orleans apenas asoma su cara de entre los escombros. La mayor parte de la ciudad aun no se reconstruía y apenas una pequeña proción se había limpiado de los destrozos por completo.
La gente recordaba el terror del huracán como si hubiese pasado sobre sus cabezas la noche anterior. Las imagenes aun vívidas en sus mentes, seguían acosándolos cada vez que pasaban por un lugar en donde "solía estar" algún sitio con valor para ellos, su casa, el bar al que asistían, la Iglesia que se llenaba de gospel los domingos...
Ayer se cumplió un año de mi operación para amputarme la pierna derecha.
Es increíble, pero ni siquiera lo recordaba. Sin embargo, cuando regresó a mi memora, lo hizo acompañado de los fantasmas que cruzaban mi cabeza entonces.
Hace un año, cuando ingresé al quirófano, para dejar ahí una parte de mi cuerpo, iba convencido de que no saldría de ahí. Tenía la fuerte sensación de que moriría. Y no me causaba ninguna ansiedad, me sentía tranquilo. Sabía que no había hecho todo lo que quería hacer en este ciclo vital, pero no me arrepentía de todo lo que si hice.
Cuando salí del quirófano, un poco atolondrado por la morfina, me di cuenta de que talvez morir hubiese sido muy fácil, sencillamente ya no tendría que preocuparme por nada. Vivir es lo difícil.
Aunque la pierna que me amputaron no me ha hecho falta, no la he extrañado (siempre la asocié con el cáncer y me alegró que me extirparan el cáncer de forma tan exitosa), de inmediato, al recuperar por completo la conciencia en el salón de ortopedia del Hospital México, me dio miedo vivir. Cuando me percaté del tamaño de la herida y de la posibilidad de que se infectara y que fuera a morir por eso... no soportaba que se me acercaran a la herida, me daba pánico.
Pero poco a poco, desenredé los hilos de la madeja mental y entendí que si estaba vivo, mi obligación conmigo mismo debía ser salir adelante y seguir con mi vida, en la medida de lo posible, como si nada hubiera pasado. Y afortunadamente así lo hice.
Obviamente esto no es tan sencillo como apretar el botón de "armémonos de valor" y ponerse a vivir, ha sido bien difícil y de no ser por el apoyo de mi familia y amigos, hubiera sido imposible. Porque incluso ahora, lo más práctico para mi sería compadecerme de que soy un lisiado impotente ante la apabullante vida, y echarme en un sillón hasta que se me carcoman los huesos de comején y me muera, pero eso no tiene sentido, no tiene sentido vivir sin vivir, vivir, abandonando todo por lo que vale la pena estar vivo.
Es por eso que en abril, cuando regresé a trabajar, fue uno de los momentos más felices de todo este proceso. Saber que volvía a ser yo mismo, que recuperaba algo de lo más valioso que tengo que es mi creación, mi trabajo, mi obra... y lo recuperaba prácticamente sin ningun menoscabo, fue y es maravilloso.
Hace unas semanas, en que empecé nuevamente a caminar, a poquitos, paso a paso, haciendo todo el ejercicio que no he hecho nunca en mi vida, para fortalecer músculos que nunca han trabajado en estos treinta y nueve otoños, pues ha sido difícil, pero de alguna forma muy satisfactorio.
La idea de tener la prótesis y no poder salir corriendo a pegar brincos por la calle, me fue difícil de superar. Entender que debo armarme de paciencia, no ha sido fácil de digerir, pero aquí vamos.
A un año de mi huracán, la vida ha sido generosa conmigo. Tengo y siento el amor de tanta gente a mi alrededor, como nunca antes. Mi vida está llena de momentos y cada momento me hace sentirme realizado y completo.
La prótesis ha sido un regalo divino, hecho posible gracias a tantas personas, a mi familia cercana, a mi familia menos cercana y a tantos amigos, que de verdad la valoro como uno de mis objetos más preciados, no solo porque me permite buscar nuevamente una libertad que no experimento desde hace más de un año, sino porque representa en su composición de materiales de última tecnología, el significado mismo del amor, y de la entrega desinteresada de otros para conmigo, que me dan una razón enorme para seguir dando cada día mi mejor esfuerzo.
A un año de mi amputación, puedo decir que soy feliz.
domingo, 10 de mayo de 2009
40. Devas del aire
Los devas del aire, o también conocidos como ángeles de las tormentas, son seres de energía que buscan la purificación de las cosas y las personas a través del agua. Producen tormentas y con ellas, barren la suciedad que encuentran a su paso, sin misericordia. Pero también, pueden dar paz a las zonas en tormenta, trayendo de regreso al sol, evacuando las aguas estancadas y regalando prosperidad a los afectados por la tormenta.
Yo debo confesar que si algo he encontrado en todo este proceso, son ángeles.
Desde que me fracturé el 24 de junio del 2008, desde ese mismo momento, apareció una prima, Angélica (que hasta el nombre propicio tiene) y se avocó a generar una respuesta responsable de la Clínica Católica con mi caída. Su intervención y la ayuda que nos brindó un ángel mayor, el torito, facilitaron mi traslado inmediato al Hospital México, en una ambulancia pagada por dicha Clínica.
Cada día que fue pasando, nuevos ángeles se cruzaron en mi vida, regalándome bendiciones, facilitando mi proceso, aliviando mis angustias y dolores, haciendo de esta tormenta, una situación menos trágica.
Ahora debo añadir nuevas bendiciones de ángeles que siempre han estado ahí, se trata de tía Virginia y sus hijas, Diana, Wendy y Mari, y su hijo Juan, así como de mi querida amiga Eli.
Cuando en el CENARE me prescribieron por fin la prótesis de mi pierna derecha, me entregaron una lista enorme de empresas ortopédicas, que podían proveerme el servicio de confección. Luego de llamara a todas ellas, encontramos que el lugar con el mejor precio era el Centro de Prótesis Avanzadas, una fábrica de primer nivel, que se encuentra en Atenas, donde se confeccionan este tipo de adiamentos, con materiales de excelente calidad y con técnicas verdaderamente de avanzada.
Claro, la tal prótesis cuesta mucho más que los 400 mil colones que el Seguro Social entrega como ayuda. El costo total, superará los 2.5 millones de colones.
Yo sabía que la prótesis tendría un costo importante, pero jamás me imaginé que fuera algo tan costoso.
En todo caso, junto con mi mamá, esa compañera inagotable de mis batallas de siempre, nos dimos a la tarea de buscar opciones para financiar el costo de la prótesis. La opción más factible, era presentar un reclamo al INS sobre mi póliza de vida, ya que cuando uno sufre amputación de algún miembro, la póliza indemniza dicha pérdida. Yo espero que este reclamo se acepte y al final me entreguen al menos 1.5 millones. Con este dinero, más el dinero que otorga la Caja, ya no nos haría falta mucho, así que era cuestión de esperar.
Sin embargo, de forma totalmente desinteresada, mi tía y sus hijas e hijo, nos obsequiaron 500 mil colones, con los que pude comprar el Liner de la prótesis e iniciar el proceso que tanto he esperado para contar con una prótesis. Días después, Eli, igualmente, sin ninguna otra intención que la de ayudar, ha iniciado la venta de una "rifa" que espera recaudar otros 500 mil colones para la causa (que no nos oiga la Junta, porque me la meten 9 meses a la cárcel). Esto es como la Rolotón (ya me lo había dicho el torito), y aunque me da una pena enorme saber que se hacen estas cosas por mi, un poco por esa mala costumbre de creer que no me merezco nada bueno, pues lo cierto es que se siente muy bien contar con apoyo en estos momentos en que se requiere.
Y es que, aun sin pedirlo, hay gente tan maravillosa a mi alrededor. Gente que piensa en mí, que eleva oraciones con su propia fe, para ayudarme, que están pendientes de mi bienestar aun sin que yo me entere. Son mis devas del aire, son mis ángeles guardianes.
Si no fuera porque ya hipotequé mi corazón con otro ángel enorme (la maestra), se los dejaría aquí como muestra gráfica de mi gratitud.
Gracias por tanto cariño.
Gracias por la compañía que tanto aprecio.
Gracias por la llamada, el mensaje o la visita oportuna, para no sentirme desconectado del mundo.
Gracias por tanto amor.
sábado, 9 de mayo de 2009
39. Los hitos
Uno no supera las desgracias de un día para otro. Se sale del lodazal un paso a la vez. Por eso, los que saben de estos temas, recomiendan a quienes han sufrido el embate de las fuerzas de la naturaleza, que vayan poco a poco poniendo hitos en su vida diaria. Marcadores que sirvan para ir reconciendo los avances, que con el día a día a veces se nos pasan por alto y que perfectamente nos pueden confundir, pareciéndonos que no avanzamos y que la vida se ha detenido. Cuando logro sacar el agua de mi casa, declaro un hito. Cuando limpio los muebles y los pongo en su lugar, declaro otro. Cuando ahorro lo suficiente para comprar un nuevo refrigerador, un hito más. Los hitos pueden verse hacia atrás, puedes comprender con claridad, cuanto has avanzado.
Yo tengo mis hitos.
Mi primer hito fue en mi cumpleaños de este año. El 10 de febrero. Ese día me di cuenta nuevamente, de que estaba vivo. Recién concluía la quimio y entendí que el cáncer no me quitó ese año adicional de vida.
Mi segundo hito lo marcó alguien que tiene mi corazón a su cuenta, para que haga con él lo que quiera. Marcia. Ella solita, me ha levantado una y mil veces, sin quejarse, sin hacer muecas, con amor y de forma desinteresada. Cuando hace unas semanas rescató un proyecto que para mí era casi mi vida, tuve que dejarle mi corazón en garantía, porque ya no tengo como pagar todo lo que ha hecho.
Mi tercer hito se dio el 1º de abril, cuando oficialmente regresé a trabajar. Ya llevaba dos semanas llendo al trabajo para recuperar la costumbre, pero en forma oficial, ese día volví a mi trabajo en el Sindicato. Desde ese día, cada minuto de trabajo, cada segundo conversando con la gente, cada fracción de segundo preocupado por la falta de justicia en las relaciones laborales, me hace sentir que sigo siendo el mismo que fue a trabajar el 23 de junio del 2008, el mismo que con dos piernas subió a la oficina y atendió los asuntos que urgían... porque siempre urge algo. Siento como, aun con una pierna menos, sigo siendo yo, Rolo, sigo emocionándome cuando algún compañero tiene un éxito, sigo preocupándome cuando se va a despedir a alguno otro, sigo enojádome cuando no encuentro atención a mis ruegos... soy yo. Tengo una parte menos de mi cuerpo, pero sigo siendo yo.
El cuarto hito se dio poco después de regresar al trabajo. El 22 de abril empecé a utilizar el liner, una especie de funda de hule, que debo poner en mi muñón, para sujetar posteriormente la prótesis. Probablemente lo utilizaré todavía durante todo el mes de mayo, antes de que me pongan la prótesis, para que el muñón vaya adquiriendo el tamaño ideal para utilizar la prótesis. La prótesis será para mí un símbolo de independencia. Actualmente me desplazo con la silla de ruedas, y eso limita mis movimientos, no solo a los lugares donde la silla quepa, sino a los que pueda llegar en la silla, sea por propio impulso, o porque me lleven. Hay momentos en los que me desespero, de verme casi encerrado en mi casa, sin poder salir, porque no tengo como irme por mi propio pie. Por eso, a pesar del gran dolor que me ha producido el liner, ya que me ha quemado y hasta roto, la piel del muñón, soporto las incomodidades con gusto.
Seguiré poniendo hitos, seguiré caminando, seguiré viviendo...
Yo tengo mis hitos.
Mi primer hito fue en mi cumpleaños de este año. El 10 de febrero. Ese día me di cuenta nuevamente, de que estaba vivo. Recién concluía la quimio y entendí que el cáncer no me quitó ese año adicional de vida.
Mi segundo hito lo marcó alguien que tiene mi corazón a su cuenta, para que haga con él lo que quiera. Marcia. Ella solita, me ha levantado una y mil veces, sin quejarse, sin hacer muecas, con amor y de forma desinteresada. Cuando hace unas semanas rescató un proyecto que para mí era casi mi vida, tuve que dejarle mi corazón en garantía, porque ya no tengo como pagar todo lo que ha hecho.
Mi tercer hito se dio el 1º de abril, cuando oficialmente regresé a trabajar. Ya llevaba dos semanas llendo al trabajo para recuperar la costumbre, pero en forma oficial, ese día volví a mi trabajo en el Sindicato. Desde ese día, cada minuto de trabajo, cada segundo conversando con la gente, cada fracción de segundo preocupado por la falta de justicia en las relaciones laborales, me hace sentir que sigo siendo el mismo que fue a trabajar el 23 de junio del 2008, el mismo que con dos piernas subió a la oficina y atendió los asuntos que urgían... porque siempre urge algo. Siento como, aun con una pierna menos, sigo siendo yo, Rolo, sigo emocionándome cuando algún compañero tiene un éxito, sigo preocupándome cuando se va a despedir a alguno otro, sigo enojádome cuando no encuentro atención a mis ruegos... soy yo. Tengo una parte menos de mi cuerpo, pero sigo siendo yo.
El cuarto hito se dio poco después de regresar al trabajo. El 22 de abril empecé a utilizar el liner, una especie de funda de hule, que debo poner en mi muñón, para sujetar posteriormente la prótesis. Probablemente lo utilizaré todavía durante todo el mes de mayo, antes de que me pongan la prótesis, para que el muñón vaya adquiriendo el tamaño ideal para utilizar la prótesis. La prótesis será para mí un símbolo de independencia. Actualmente me desplazo con la silla de ruedas, y eso limita mis movimientos, no solo a los lugares donde la silla quepa, sino a los que pueda llegar en la silla, sea por propio impulso, o porque me lleven. Hay momentos en los que me desespero, de verme casi encerrado en mi casa, sin poder salir, porque no tengo como irme por mi propio pie. Por eso, a pesar del gran dolor que me ha producido el liner, ya que me ha quemado y hasta roto, la piel del muñón, soporto las incomodidades con gusto.
Seguiré poniendo hitos, seguiré caminando, seguiré viviendo...
38. La vida sigue
Cuando la tormenta se pone grave, inunda nuestras tierras, se cuela en nuestras casas, se lleva nuestras posesiones y de vez en cuando, también arrasa con parte de nuestro círculo íntimo, llegan muchos a ofrecer ayuda. Algunos no pasan de ahí, se van y no regresan más, otros ayudan unos días, hasta unas semanas, pero al tiempo, uno entiende que si quiere ver nuevamente su casa limpia y habitable, tiene que poner manos a la obra.
Mi tormenta está aminando, pero el trabajo no acaba.
Luego de la finalización de la quimio, el Dr. Landaverde, mi oncólogo, me prescribió una serie de examenes para iniciar el control, que durante siete años, tendrá que hacerse a cualquier célula loca que haya decidido hacerse la graciosa y sobrevivir al envenenamiento reciente.
Mi primer cita de control fue el lunes anterior (4 de mayo), recibiendo la excelente noticia de que ninguno de los tres resultados: el gamma oseo, la radiografía de tórax y los exámenes de sangre, presentaban señales del osteosarcoma. Gracias a este buen comportamiento de mi cuerpo, el doctor me citó para dentro de cuatro meses y no al término de los tres que esperaba.
Tampoco es que salí con las manos vacías, tengo dos efectos secundarios de la quimio, que son un poco molestos, uno más que el otro. Debido a reacciones al cisplatino, uno de los venenos utilizados, al parecer estoy reteniendo azúcar en la sangre. Entiéndase que no es que me estoy volviendo empalagoso o dulce (solo para las hormigas), sino que los niveles de azúcar en sangre no son normales. Para esto, me refirió a otro doctor, uno de medicina interna, que me envió muchos exámenes más, para estar seguros de que no es diabetes (si lo fuera, confirmaría mi maravillosa suerte en la lotería de las enfermedades).
El otro efecto es lo que llaman el síndrome del guante. Siento un adormecimiento en mis manos, sobre todo en los dedos, similar a la sensación que tienes cuando usas guantes, no sientes tu mano muerta, pero pierdes la mayor parte de la sensibilidad. Esto si es molesto, porque cosas tan comunes como escribir o digitar en el teclado de la compu, se vuelven complicadas. Como no tengo mayor sensación en las llemas de mis dedos, no identifico correctamente las teclas en el teclado, con lo que mi digitación se ha vuelto espantosa. Tengo que revisar y corregir lo que escribo, constantemente. Cuando escribo con lápiz o lapicero, tengo serios problemas para lograr completar los trazos, con lo que mi letra ha sufrido las consecuencias. Adicionalmente, como no siento mucho, tanto cuando escribo como cuando digito, aplico más fuerza de la necesaria, con lo que me causo dolor en corto tiempo. Esto también me pasa al impulsar la silla de ruedas, por lo que el doctor me sugirió utilizar guantes de bicicleta, para no hacerme daño. Para hacerlo aun más interesante, tengo problemas al tomar cosas, como botellas o vasos; se me resbalan, porque no calculo correctamente la presión que debo ejercer. Lo bueno es que solo tengo que esperar un año a que se me quite el problema, ya que eso tarda el cuerpo en eliminar el cisplatino del organismo... :)
En estos días estaré de exámen en exámen para ver el tema del azúcar, así que ya les contaré si me convierto oficialmente en caramelo o si sigo siendo el mismo viejillo malencarado de siempre... :D
Mi tormenta está aminando, pero el trabajo no acaba.
Luego de la finalización de la quimio, el Dr. Landaverde, mi oncólogo, me prescribió una serie de examenes para iniciar el control, que durante siete años, tendrá que hacerse a cualquier célula loca que haya decidido hacerse la graciosa y sobrevivir al envenenamiento reciente.
Mi primer cita de control fue el lunes anterior (4 de mayo), recibiendo la excelente noticia de que ninguno de los tres resultados: el gamma oseo, la radiografía de tórax y los exámenes de sangre, presentaban señales del osteosarcoma. Gracias a este buen comportamiento de mi cuerpo, el doctor me citó para dentro de cuatro meses y no al término de los tres que esperaba.
Tampoco es que salí con las manos vacías, tengo dos efectos secundarios de la quimio, que son un poco molestos, uno más que el otro. Debido a reacciones al cisplatino, uno de los venenos utilizados, al parecer estoy reteniendo azúcar en la sangre. Entiéndase que no es que me estoy volviendo empalagoso o dulce (solo para las hormigas), sino que los niveles de azúcar en sangre no son normales. Para esto, me refirió a otro doctor, uno de medicina interna, que me envió muchos exámenes más, para estar seguros de que no es diabetes (si lo fuera, confirmaría mi maravillosa suerte en la lotería de las enfermedades).
El otro efecto es lo que llaman el síndrome del guante. Siento un adormecimiento en mis manos, sobre todo en los dedos, similar a la sensación que tienes cuando usas guantes, no sientes tu mano muerta, pero pierdes la mayor parte de la sensibilidad. Esto si es molesto, porque cosas tan comunes como escribir o digitar en el teclado de la compu, se vuelven complicadas. Como no tengo mayor sensación en las llemas de mis dedos, no identifico correctamente las teclas en el teclado, con lo que mi digitación se ha vuelto espantosa. Tengo que revisar y corregir lo que escribo, constantemente. Cuando escribo con lápiz o lapicero, tengo serios problemas para lograr completar los trazos, con lo que mi letra ha sufrido las consecuencias. Adicionalmente, como no siento mucho, tanto cuando escribo como cuando digito, aplico más fuerza de la necesaria, con lo que me causo dolor en corto tiempo. Esto también me pasa al impulsar la silla de ruedas, por lo que el doctor me sugirió utilizar guantes de bicicleta, para no hacerme daño. Para hacerlo aun más interesante, tengo problemas al tomar cosas, como botellas o vasos; se me resbalan, porque no calculo correctamente la presión que debo ejercer. Lo bueno es que solo tengo que esperar un año a que se me quite el problema, ya que eso tarda el cuerpo en eliminar el cisplatino del organismo... :)
En estos días estaré de exámen en exámen para ver el tema del azúcar, así que ya les contaré si me convierto oficialmente en caramelo o si sigo siendo el mismo viejillo malencarado de siempre... :D
miércoles, 4 de marzo de 2009
37. Un techo para mi país
Aunque el terremoto de La Cinchona fue espantoso, lo ha sido más para los damnificados, el tiempo que ha transcurrido sin que se solucionen sus problemas de vivienda. Las tormentas que han tenido que sortear en endebles tiendas de campaña que fueron diseñadas para la diversión de un fin de semana en la playa y no para albergar a una familia de 6 miembros, a la interperie, bajo un clima hostil y durante meses, ha sido increíble. En esos momentos, cuando se ha perdido todo, cuando no se tienen ni esperanzas para salir adelante, es cuando la gente de 'Un techo para mi país' decidió armar unos cuartitos de madera, pequeños, sin aspavientos, pero abrigadores, que les devuelven un poco de dignidad y mucha esperanza a algunas de las familias que tanto han sufrido en esa zona.
Marcia, vos sos el techo para mi país.
Cuando viste que estaba con la moral por los suelos, hiciste algo grandioso y me devolviste una fe en las personas, en mis congéneres, que había perdido.
Luego del accidente en que me quebré la tibia y que me indicaron que era un tumor, aun antes de conocer el resultado de la biopsia que corroboraba la malignidad del tumor y la extensión del cáncer, yo siempre tuve claro que, aun ante el peor de los escenarios, cual era perder mi pierna, mientras conservara ese habitante trascendente que contiene mi ser verdadero, esa 'no se qué' que hace que seamos quienes somos, lo que pasara con mi pierna no me afectaría. Esta certeza de que al final, aun sin mi pierna derecha, seguía siendo siempre yo, sin sentir ninguna diferencia verdadera entre el Rolo con pierna o el Rolo amputado, mantuvo mi ánimo en el punto ideal para soportar todo lo que vino y lo que sigue llegando.
Pero claro, mantener a ese yo inmaterial de buenas, no es tan sencillo. El alimento que lo mantiene vivo no es físico, es emocional y mental. Siempre se ha alimentado de mis pequeños logros personales, los que no se ven, los que muchas veces nadie entiende o comparte, pero que uno disfruta.
Cuando te comenté que el proyecto que he sostenido desde hace más de diez años y que en los últimos cinco ha ocupado la mayor parte de mi energía y esfuerzo, estaba por desaparecer, hiciste algo que no esperaba, que nunca me habría atrevido a pedir y que ni siquiera era una posibilidad lejana al momento de abrir mi corazón y contarte lo que sentia... lo salvaste.
No tengo como pagarte eso Marcia, porque el techo que me construíste, rescató a ese yo etéreo que estaba a punto de tirarse a la lona y esperar el conteo del referi. Además tu gesto fue tan espontáneo y sincero, que me ha horadado el corazón, tan profundamente, que ha tocado fibras vírgenes, esas partes que están tan dentro tuyo que ya ni recordabas que estaban ahí.
Sos una heroína. Para muchos, pero para mí más. Gracias, con el corazón en la mano, gracias.
Ahora no me importa lo que pase con mi proyecto. Seguiré trabajando con mi mayor ahínco para que llegue a buen término, pero hoy por hoy, frente a tu acto heroico, todo el valor emocional que tuvo se sonroja ante la majestuosidad de aquel. Si mañana cierran mi proyecto y lo tiran a la basura, conservaré algo mucho más valioso inscrito en mi corazón. Gracias de nuevo.
Marcia, vos sos el techo para mi país.
Cuando viste que estaba con la moral por los suelos, hiciste algo grandioso y me devolviste una fe en las personas, en mis congéneres, que había perdido.
Luego del accidente en que me quebré la tibia y que me indicaron que era un tumor, aun antes de conocer el resultado de la biopsia que corroboraba la malignidad del tumor y la extensión del cáncer, yo siempre tuve claro que, aun ante el peor de los escenarios, cual era perder mi pierna, mientras conservara ese habitante trascendente que contiene mi ser verdadero, esa 'no se qué' que hace que seamos quienes somos, lo que pasara con mi pierna no me afectaría. Esta certeza de que al final, aun sin mi pierna derecha, seguía siendo siempre yo, sin sentir ninguna diferencia verdadera entre el Rolo con pierna o el Rolo amputado, mantuvo mi ánimo en el punto ideal para soportar todo lo que vino y lo que sigue llegando.
Pero claro, mantener a ese yo inmaterial de buenas, no es tan sencillo. El alimento que lo mantiene vivo no es físico, es emocional y mental. Siempre se ha alimentado de mis pequeños logros personales, los que no se ven, los que muchas veces nadie entiende o comparte, pero que uno disfruta.
Cuando te comenté que el proyecto que he sostenido desde hace más de diez años y que en los últimos cinco ha ocupado la mayor parte de mi energía y esfuerzo, estaba por desaparecer, hiciste algo que no esperaba, que nunca me habría atrevido a pedir y que ni siquiera era una posibilidad lejana al momento de abrir mi corazón y contarte lo que sentia... lo salvaste.
No tengo como pagarte eso Marcia, porque el techo que me construíste, rescató a ese yo etéreo que estaba a punto de tirarse a la lona y esperar el conteo del referi. Además tu gesto fue tan espontáneo y sincero, que me ha horadado el corazón, tan profundamente, que ha tocado fibras vírgenes, esas partes que están tan dentro tuyo que ya ni recordabas que estaban ahí.
Sos una heroína. Para muchos, pero para mí más. Gracias, con el corazón en la mano, gracias.
Ahora no me importa lo que pase con mi proyecto. Seguiré trabajando con mi mayor ahínco para que llegue a buen término, pero hoy por hoy, frente a tu acto heroico, todo el valor emocional que tuvo se sonroja ante la majestuosidad de aquel. Si mañana cierran mi proyecto y lo tiran a la basura, conservaré algo mucho más valioso inscrito en mi corazón. Gracias de nuevo.
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