miércoles, 28 de enero de 2009

33. Días de borrasca, víspera de resplandores

Una amiga colombiana, Alicia, compartió conmigo la frase del título y la verdad me encantó.

Las borrascas son esas tormentas escandalosas, que no solo traen mucha lluvia, sino que además tienen vientos fuertes, con lo que uno parece caballero de la edad media, blandiendo el paraguas para todas partes, porque pareciera que la lluvia lo ataca a uno por los cuatro costados. Cuando el paraguas se da vuelta, es decir, cuando la parte cóncava deja de estar hacia nosotros, para mirar hacia el cielo, significa que la borrasca ganó el combate.

Al final, las borrascas son caprichosas. El viernes pasado (16 de enero) me sentía tan bien, pero el sábado empecé a sentirme medio mareado. El domingo, fui a la despedida de mi hermano Carlitos y aunque el ambiente fue genial, terminé tan cansado y mareado que cuando llegué a la casa, casi caigo desmayado, literalmente. El lunes y el martes (19 y 20 de enero) fueron terribles, náuseas, mareos y una fatiga espantosa. Traté de mantenerme lo más activo posible, porque he descubierto que cuando me quedo acostado, tiendo a sentirme aun peor, sobre todo más mareado.

Insisto en que, aunque parezca una alcahuetería, los helados de palillo de Eli, han sido casi milagrosos. Cada vez que sentía náuseas, un helado de cas o de coco hacían su trabajo. No tuve que tomar pastillas y eso me alegró muchísimo.

Ya el miércoles me sentí super bien.

Este domingo (25 de enero), hicimos una nueva despedida a Carlos, que se va por un año a Washington, para trabajar en el BID (en el fondo siento que se quedará allá, es un profesional impresionante, no creo que lo dejen ir así como así), por eso aprovechamos para volverlo a despedir justo antes de que se fuera (partió el lunes 26 de enero). El día fue maravilloso, fue uno de esos resplandores que siguieron a las borrascas de la semana.

En estos días estoy preparándome mentalmente para mi última tormenta anunciada. Así es. El próximo lunes, martes y miércoles (2, 3 y 4 de febrero) me aplicarán el próximo ciclo de quimioterapia, el último que me programó el oncólogo. Pasado mañana me harán una radiografía de tórax, para verificar que no se me hayan formado tumores en los pulmones, que son el lugar preferido de los osteosarcomas para atacar, después de los huesos. Además en marzo me harán un nuevo Gamma Oseo, para verificar lo mismo en el resto de los huesos que dejó intactos el cáncer.

Espero muchos más resplandores en los próximos meses, ya les iré contando.

viernes, 16 de enero de 2009

32. Cielo azul

Hace unos cinco años que vivo en Ciudad Colón. Desde entonces me he dado cuenta de que nuestro clima es algo impresionante. Mientras en San José hace frío, llueve, hay neblina, o está muy nublado, sale uno del Alto de las Palomas y pasa el cruce de Piedades de Santa Ana y los de Brasil de Mora, y listo, clima nuevo, cielo azul, mucho calor y en días como estos, vientos frescos que hacen agradable tanto sol.

Pues esta semana el cielo azul de Ciudad Colón se me vino encima. Ha sido una semana impresionante en la que me he sentido muy bien.

En la aplicación de la quimioterapia, con excepción del tercer día (miércoles) en que me punzaron tantas veces que a la sexta perdí la cuenta, ya que mis venas optaron por hacer mutis por el foro y desaparecieron del espectáculo, los efectos han sido muy benévolos.

Ese día tuve un poco de náuseas, pero con la Pliticam de rigor, se me calmaron. Ayer tuve un día hermoso en el que ni siquiera tomé ningún medicamento, solo un poco de fatiga, que atendí con una siesta luego del almuerzo y listo.

Hoy nuevamente me he levantado muy bien, sin náuseas ni mareos. Además como he aprendido de las anteriores aplicaciones, he cuidado de ingerir los remedios apropiados que me han librado del estreñimiento, efecto que aunque ha querido afectarme, no ha podido, gracias sobre todo a las ciruelas (remojadas en jugo de uvas), la linaza y las frutas.

Además los helados de palillo de Eli, han sido una verdadera bendición, porque cada vez que siento esa sensación espantosa en la boca, como metálica, que me produce tanta salivación, me como un heladito (los de cas son un 100) y con eso se me quita. Esto además me ha permitido tomar bastante agua sin que me den náuseas, con lo que creo que estoy limpiando el cuerpo más rápido que en otras ocasiones.

La verdad me siento bien y agradecido por tan buen resultado. Ya solo me queda un ciclo en febrero. En los próximos días me hacen nuevamente exámenes de rastreo, para verificar los resultados de la quimioterapia, así que ahí les cuento.

lunes, 12 de enero de 2009

31. Weather Channel 2

En lugares como Kansas, donde enormes planicies llenas de sembradíos de granos son varias veces más grandes que nuestro país, resulta mucho más sencillo predecir el clima. Los granjeros escuchan con mucha antelación, varios días incluso, las condiciones que el clima les deparará sobre sus tierras, lo cual, como sabrá cualquiera que haya sembrado algo más que el frijolito en el vaso del Gerber en el kinder, es información con valor de oro para sacar el máximo provecho de lo sembrado.

Eso es lo bueno de la programación de la quimioterapia, ya uno sabe cuando esperar tormenta y con base en la información de las tormentas anteriores, me puedo preparar mejor para recibir los embates de la presente.

Lo malo es que con los días, me cuesta más dominar mi voluntad y de verdad quisiera no tener que seguir con estos tratamientos, pero al final, no existe realmente una decisión que tomar, solo queda ir al hospital y poner el brazo para lo que viene.

Por fin hoy fue mi primer día del quinto (penúltimo!!!!) ciclo de quimio. Las punzadas fueron maravillosas, solo una y en la parte posterior del brazo derecho, que ni siquiera me duele, a pesar de que duró como seis horas, porque los químicos de la quimio se retrasaron, así que me tuvieron el suero goteando como una hora en espera de la temible epirubicina.

Aun no tengo náuseas, lo que me alegra mucho. En el ciclo anterior, me dieron náuseas desde el primer día de aplicación.

Además recibí un regalo maravilloso, que luego de sacarme las lágrimas, he guardado en mi corazón y he querido compartir con quienes leen este blog. Espero les guste:

El Niñito Dios existe
Gustavo Vargas R.


Desde hace muchos años (estando muy niño) me enteré de la triste realidad del Niñito Dios, cuando un 24 de diciembre oí a mi madre en un llanto tremendo decirle a mi tía que no había podido comprarnos nada para que el Niñito nos trajera esa Navidad. Mi impacto fue tal que todavía lo recuerdo con tristeza, no por haber descubierto la realidad de una tradición, sino por el desconsuelo de mamá que se sintió desmoronada por no poder comprarnos nada para esa Nochebuena.

Luego de eso, siempre he dicho que el Niñito Dios se enojó conmigo ya que desde entonces cada Navidad cuando alguien me pregunta ¿Que te trajo el niño? Siempre digo lo mismo, él se enojó conmigo, nunca me trae nada.

Pero esta Navidad fue diferente y por fin logré encontrar ese regalo que siempre esperé y que el Niñito supo esperar para dármelo en el momento oportuno.

Ese regalo ha sido Rolito, porque de verdad el Niñito Dios me ha dado la oportunidad de poder compartirlo y disfrutarlo luego de una crisis de salud que nos ha acercado aun más y que nos ha permitido volver a tener fe y amalgamar más nuestra amistad y la unidad de un grupo de compañeros que vivimos y, en alguna medida, dependemos de Rolo para muchas cosas.

Ese regalo que Dios me regaló es tan grande que alcanza para compartirlo, para sostener a toda una organización y sobre todo para mantener la llama ardiente de lucha y entrega por otros compañeros, que ha sido el estandarte de Rolito quien aun en su lucha interna por ganarle a un cáncer que se hospedó en su cuerpo, no desmaya en la defensa por los trabajadores.

Ese definitivamente es el mejor reglo que me han dado, pero el asunto no queda ahí, ya que he podido comprobar que también la Virgen María existe, si esa Madre que vio el sufrimiento de su hijo en la cruz y que siempre estuvo ahí para ayudarlo y aliviarle su cargas.

A esa Virgen María la he visto en DOÑA MERCEDES, (Y lo pongo con mayúscula) que como madre se ha entregado por entero a atender a su hijo que ha dejado todo de lado por llevar en sus hombros el peso de un trauma que castiga y devasta a muchas familias, sin embargo, ella ha soportado no solo la atención de Rolito, además de lidiar con las bromas y pesares que también nosotros le llevamos, con la carga de asuntos del Banco que también le generan cargas y pesadeces, hasta en eso ha sido grande.

Pero la cosa sigue, ya que además he podido ver con mis propios ojos al Angel de la Guarda, si ese que siempre nos protege, el cual se transfiguró en la figura de Eli, que ha estado presente e incondicional acompañándolos en esta jornada de lucha, y en el momento oportuno aparece para alivianar la carga.

Es posible que algunos crean que estas comparaciones son una blasfemia, pero dese mi perspectiva, me han permitido volver a creer. ¿Quién me va a negar el derecho de decir que Rolo es el mejor regalo que me ha traído el Niñito Dios, que la entrega de doña Mercedes es comparable al amor de la Virgen María por su hijo, o que la bendición de tener cerca a Elizabeth, es digna de asemejarse al Ángel de la Guarda? Por favor, es ahí donde se ve el amor de Dios y por eso digo:

Definitivamente el Niñito Dios existe

domingo, 4 de enero de 2009

30. Prevención de verano

Es normal que en verano revisemos varias áreas de nuestras casas, previniendo algunos problemas que podrían generar tragedias invernales, si no se corrigen a tiempo. Es así como revisamos canoas y desagües, volvemos a pintar los techos, corregimos problemas de filtraciones o humedad en paredes o muebles y de esta forma, no tenemos que andar corriendo en invierno, tapando goteras o destapando canoas. Claro, no todos aplican la prevención y esperan a que la canoa le caiga encima, como en el anuncio televisivo.

Yo he estado revisando mis canoas y mis desagües.

Desde hace varias semanas me he dado cuenta con toda claridad, que mantengo una fachada de alegría y optimismo, que muchas veces tiene detrás serios problemas de humedad y de filtraciones. Cuando menos lo espero, se me viene encima toda el agua acumulada y me dan períodos de llanto no solo inesperados, sino dolorosos.

He descubierto que el cuarto de baño me proporciona un espacio personal adecuado para revisar lo que siento, para llorar a gusto y en un ambiente contenido, si lo requiero, y para volver a contactarme con la fuerza interna que me motiva a seguir adelante.

Talvez algo importante, me lo había advertido el homeópata, es que uno tiende a mostrarse fuerte y decidido para no preocupar a la gente que tiene alrededor, para no generar en ellos angustias o tristezas, y eso está bien, bastante tienen con atender todas las necesidades que se generan con estos procesos, para estar lidiando también con los chuicas emocionales que uno carga, pero es también importante darse un espacio a uno mismo para sacarse esos chuicas y no estarlos acumulando peligrosamente en las canoas internas, porque cuando llueve, se te viene todo encima.

No es fácil lidiar con este tipo de procesos, no es sencillo comprender por qué esto me pasa a mí y no a Oscar Arias, que bien se lo merece; lo cierto es que esas pequeñas etapas de dolor, son solo piedrecillas en un camino enorme en el que uno puede reconocer en uno mismo, la cantidad enorme de bendiciones que se han asociado al proceso de dolor y que lo amortiguan e incluso lo sustituyen. El cariño de la gente, muchas veces de gente que uno no esperaba que reaccionara así o del todo gente desconocida, que se acerca y te da palabras de aliento. El amor de tu familia y amigos, que en forma desinteresada velan por uno para tratar de hacer mas llevadera la carga... y lo consiguen! y además toda la fuerza interna que aunque siempre ha estado ahí, talvez no es sino hasta ahora que la encontramos y la ponemos a trabajar.

Yo personalmente me recuerdo, cada vez que hago estas búsquedas de chuicas internos, que he sido obsequiado con el milagro de la vida. Mi proceso inició gracias a la bendición de haberme fracturado, con lo que se detectó el cáncer antes de que se fuera a pasear por mis pulmones, mis riñones, mi hígado o mi cerebro. Mis posibilidades de sobrevivencia son enormes, casi absolutas, gracias a ese milagro, y eso es algo que no puedo olvidar. Es una segunda oportunidad de aprovechar la vida. Eso alimenta fuertemente mis fuerzas internas.